Al caer la tarde, bandadas de pájaros cruzan un
cielo azul perenne. Los oigo anunciarse a los lejos, escucho sus gorjeos,
vuelan desplegados en el claro horizonte, oscuros, idénticos; luego desaparecen
de repente dejando solo el cielo. Siempre al caer la tarde, siempre los mismos
pájaros.
Pronto se extiende, enorme, la noche, llenado de oscuridad cualquier resquicio.
Afuera
sopla el viento y en la casa crujen los muros y gime la madera. Mi sombra busca
entonces el dormitorio. Allí, junto a la ventana del dormitorio, me gusta
permanecer cuando llega la noche.
Sin impaciencia, aguardo el amanecer hasta el instante en que el sol ilumina, allá arriba, la colina.
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