Hallándose Oriol Junqueras en el
coche de la guardia civil, camino de la cárcel de Estremera se le apareció Dios
Nuestro Señor y con voz tonante le dijo:
–Oriol, Oriol, ¿por qué me
persigues?
Dios Nuestro Señor le habló en
castellano, lo que desconcertó mucho al político, que pensaba que Dios estaba
de su parte. Oriol se quedó sin palabras.
–Estás confundido –continuó
Nuestro Señor– porque utilizo el castellano para hablarte, cuando podría
hablarte perfectamente en catalán ya que, como bien sabes, soy políglota...
El político abrió la boca para
contestar, pero el Señor le hizo un gesto imperativo.
–Has de saber, alma descarriada,
que el castellano es el idioma en el que os habéis entendido desde hace siglos
todos los españoles, incluido tú, hijo desnaturalizado de tu patria. Por eso
utilizo el castellano; porque yo siempre he predicado la comunicación y el
dialogo entre hermanos.
El camino hacia Estremera
continuaba, aunque el preso, preso del estupor, no advertía nada excepto la voz
de Dios. Los guardias civiles, que conducían en silencio, no se percataron de
la bronca que Dios le estaba echando al preso.
Dios Nuestro Señor dejó
transcurrir unos segundos para que el hijo descarriado asimilara sus palabras. Y
volvió a inquirir:
–Oriol, Oriol, ¿por qué me
persigues?
– ¿Yo te persigo, Señor? ¡Pero si
yo soy de los buenos! ¡Mira, yo voy a misa y me confieso y hago penitencia! ¡Soy
católico apostólico y romano!
– ¡Tú te crees que yo me chupo el
dedo, hijo mío! ¡A mí todas estas proclamas no me valen porque yo leo en el
corazón de todos! A ver, ¿no os dije que os amarais los unos a los otros?
–Sí, señor. Y yo amo mucho, te lo
aseguro.
–Pero solo a los que son de tu
cuerda. A los otros, les aplicas el reglamento. Y un reglamento que os habéis
inventado para fastidiarle la vida al prójimo. Y eso no está bien.
– ¿Te refieres, Señor, a la leyes
de inmersión lingüística?
–A eso a otra muchas normas que
os habéis sacado de manga. Has de saber, pecador, que estás causando mucho sufrimiento a mis
otros hijos, los que no piensan como tú. Y si no te enmiendas, tendrás que dar
cuenta de tus actos en el otro mundo.
Entonces el Señor le mostró una
imagen del otro mundo. Oriol contempló horrorizado a su antiguo camarada de ERC
Pep Martínez, que en el infierno se tostaba y daba alaridos mientras uno de los
demonios le arrimaba las ascuas con el mástil de la bandera de España.
El desgraciado, con ojos
tristísimos, le explicó:
–Compañero Oriol, por haber
renegado de mi padre, que era de Cádiz, de mi país, y de todos los que no
comulgaban conmigo; por haber contribuido a sembrar la discordia y el odio en
nuestra tierra, debo permanecer aquí con estos diablos, y oír la canción de
Manolo Escobar un día sí y otro también. Sin consuelo de nadie. Arrepiéntete y
haz penitencia si no quieres que Dios te mande aquí conmigo.
El señor en su misericordia le
evitó el triste espectáculo que daba Pep
Martínez. Y lo apartó de su vista. Y luego, exhibiendo en ambas manos dos
banderas, una de España y otra de Cataluña, le exhortó a volver al camino
constitucional:
–Anda y no peques más. Y no siembres más discordia en el mundo porque
el vaso de mi paciencia está colmado y tú eres uno de los que ha contribuido a
llenarlo.
– ¿Yo solo, Señor?
Y el Señor terminó su admonición:
–Tú y otros como tú, me
refiero a tu colega Puigdemont y a esa malhumorada Ana Gabriel,
que andan repartiendo estopa a diestro y
siniestro por esos mundos. Y llevando por la senda del mal a tantas almas
cándidas.
Oriol Junqueras prometió
enmendarse y hacer una declaración en TV3 en la que animará a sus seguidores a
desandar el camino de la fractura social y avanzar en la búsqueda de la unión y
la concordia de todos los catalanes y todos los españoles.
Oriol cumplió su palabra y volvió a ser un hombre libre, de lo que nos alegramos muchísimos compatriotas suyos.
Damos gracias a Dios Nuestro Señor por esta intervención providencial.
Damos gracias a Dios Nuestro Señor por esta intervención providencial.
Isabel Martín Salinas
De Habas contadas. Crónica urgente de España.
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