Una aspiración, un lugar prodigioso, un castillo que recupera nuestra esencia: vegetación, luz, agua, aire puro, gente luminosa. Arriba, en las almenas, todo es mágico.
Para poder entrar al castillo hay que dejar atrás lo que nos pesa y abrazar la sutil existencia. Un centinela permite acceder al castillo cuando somos realmente ligeros, libres y determinados.
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