LA HORA DE CATALUÑA: LA HORA DE ESPAÑA
Ciudadanos:
Una caterva de rufianes ha tomado el poder en Cataluña y, sin reparos ya, siembra la discordia entre nosotros, el resto de los españoles. Afirman que la felicidad está al final del camino independentista. Han colocado en puestos clave a sus acólitos y a través de ellos, sin atisbo de decencia, imponen sus modos y sus consignas, atropellan el derecho y cometen actos de flagrante injusticia contra los que no comparten sus designios.
Una caterva de rufianes ha tomado el poder en Cataluña y, sin reparos ya, siembra la discordia entre nosotros, el resto de los españoles. Afirman que la felicidad está al final del camino independentista. Han colocado en puestos clave a sus acólitos y a través de ellos, sin atisbo de decencia, imponen sus modos y sus consignas, atropellan el derecho y cometen actos de flagrante injusticia contra los que no comparten sus designios.
Han subvertido los medios que un estado democrático pone a su alcance para
garantizar la convivencia y el buen gobierno, pervirtiendo todos los recursos
del poder, y, finalmente, han conseguido envenenar cualquier espacio público o
privado.
De este modo, han constituido dos tipos de ciudadanos, los que están con ellos, a los que dispensan poder, dinero o promesas futuras de prosperidad, o simbólicamente les pasan la mano por el lomo; y los que disienten: a estos se les aplica el reglamento nacionalista. De hecho, hasta el más humilde ciudadano se puede sentir alguien simplemente ninguneando a uno que no comparte las premisas nacionalistas. Se sabe amparado por “su gobierno”, y por tanto, justificado en cualquier tropelía que comete.
De este modo, han constituido dos tipos de ciudadanos, los que están con ellos, a los que dispensan poder, dinero o promesas futuras de prosperidad, o simbólicamente les pasan la mano por el lomo; y los que disienten: a estos se les aplica el reglamento nacionalista. De hecho, hasta el más humilde ciudadano se puede sentir alguien simplemente ninguneando a uno que no comparte las premisas nacionalistas. Se sabe amparado por “su gobierno”, y por tanto, justificado en cualquier tropelía que comete.
El Gobierno de Cataluña, en lugar
de auspiciar la convivencia, incentivar el empleo, mejorar los servicios
ciudadanos, ser garantes de la legalidad, asegurar la igualdad de todos ante la
ley, auspiciar iniciativas de prosperidad, ha amparado todo atropello, las
pequeñas y las grandes injusticias de la vida diaria, las sutiles maneras de
hacerle ver a otro que no es nadie. Ha sido todo muy evidente en cualquier dirección en la que se
mire: los medios de comunicación, las escuelas, la policía, las tiendas…Algunos
de sus cabecillas, ha recurrido incluso a la genética, indicando que ellos
pertenecen a una rama humana más distinguida que la de los otros, los no
nacionalistas, que además, son más feos…
Este tipo de gobiernos dictatoriales no son nuevos en la historia de la
humanidad: recordemos, por su cercanía, la dictadura franquista o el nazismo,
donde o estabas con ellos o estabas perdido.
Es
cierto que no han prohibido vivir a los que reivindican su condición de
españoles, pero han destilado el veneno nacionalista y han creado una realidad
de enfrentamiento civil que no existía.
No
de un día para otro, evidentemente. Ha sido una labor realizada durante años.
En síntesis, desde la llegada de la democracia, los distintos gobiernos de
España, –de cualquier signo, izquierda, derecha, centro– para conseguir
mayorías suficiente en el Congreso, para sacar adelante una ley, en suma, para
mantenerse en el poder, han ido cediendo a las exigencias nacionalistas en una
escalada incesante que desemboca en la situación que hoy existe. No ha sido
labor de un día, no. Ha sido una práctica irresponsable que compete a muchos
gobernantes de nuestro país.
Sería urgente llevar ante el Tribunal de los Derecho Humanos el menosprecio a
la dignidad y derechos de los ciudadanos de habla y sentir español en Cataluña,
denunciar a un gobierno que, además de incumplir las leyes del país al que
pertenece, España, ha dividido y fracturado una sociedad que vivía en paz,
creando injusticias y abusos, que inspirados desde el poder, instigan al
rechazo militante, al odio desde todas las parcelas de la vida diaria contra
las personas que se sienten españolas.
Esta grave responsabilidad les cabe a ellos, los gobernantes ultranacionalistas: crear con alevosía un estado contrario a la convivencia ciudadana ahora y también para el futuro, para esas generaciones de niños a los que se les ha cargado con el peso de un odio, un rechazo a España, que, de otra manera, no existiría.
Esa
es su responsabilidad, de la que deben responder y dar cuenta. Pues han
subvertido la función que tenían encomendada: trabajar dentro de la legalidad,
por los derechos de todos y por el bien común. Que la Historia los sitúe donde
merecen, junto a todos los gobernantes despóticos que han sembrado la discordia
en sus pueblos.
Pero
a nosotros nos cabe reaccionar con la ley en la mano, denunciar alto y sin
miedo este atropello a la democracia y al sentir mayoritario de los catalanes,
que se sienten españoles y así lo han manifestado en las urnas en las últimas elecciones.
Y
al Gobierno de España, con la ley en la mano, compete destituir a quien conculca la ley, a sus
amigos, y a los amigos de sus amigos, disolver todo órgano político que, saltándose
la legalidad, se imponga, además, a la
ciudadanía; cortar toda financiación de
dichos órganos y nombrar un órgano gestor que devuelva la democracia
secuestrada, la legalidad pisoteada y la
voluntad mayoritaria de los ciudadanos, ninguneada.
No
debemos tener miedo de defender la unidad de nuestro país. Que el miedo a los
adjetivos no nos frene. Con la fuerza de la ley, no con la fuerza.
Cuando no había democracia en España, junto con muchísimos
jóvenes de la época, salí a las calles para exigir la libertad y la democracia para todos, por supuesto,
también para los catalanes. Ser español es tan normal como ser francés o alemán,
o portugués. Una realidad de lo más natural. Pero ahora es vital que no quepan
dudas.
Ahora, si los que se sienten españoles en Cataluña no manifiestan alto y claro su voluntad de unión con España, entonces, ¿cuándo?
Hoy, si el Gobierno de nuestro país no hace que se cumpla la ley en esta hora, ¿cuándo?
Isabel
Martín Salinas dixit
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