Campana de
cristal, voz luminosa. Todo era luz, José. Tanto tiempo perdido. Entro
en mi casa y me da de lleno el sol de la pared. Sé que en otro tiempo tuve
rosas en el pelo. Mi casa no tiene ni una sombra, solo luz o dulces penumbras.
Mi alma es clara y sonrío feliz, de alegría.
Mientras que voy al mar, enfundada en tu amor, recuerdo de ti, José. He vivido y he muerto muchas veces. Tantas. Corren por mi sangre las ilusiones en flor, y la primera flor del amor, luego renovada en cada vida. Los paisajes, los rostros que he amado a lo largo de siglos. José, tú eres uno de esos rostros amados a través de mis vidas. ¡Quédate en este espacio, en este tiempo, en este ahora! Me llevo conmigo tu mirada, la recojo en mi pecho, me la guardo como un tesoro querido que desprende una antigua belleza.
Mientras que voy al mar, enfundada en tu amor, recuerdo de ti, José. He vivido y he muerto muchas veces. Tantas. Corren por mi sangre las ilusiones en flor, y la primera flor del amor, luego renovada en cada vida. Los paisajes, los rostros que he amado a lo largo de siglos. José, tú eres uno de esos rostros amados a través de mis vidas. ¡Quédate en este espacio, en este tiempo, en este ahora! Me llevo conmigo tu mirada, la recojo en mi pecho, me la guardo como un tesoro querido que desprende una antigua belleza.
De El orden sentimental (fragmento)
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