Mi
esencia
De repente estaba en la puerta de mi casa.
Debió de ser la nostalgia. Frente a mí, el valle de árboles frutales, como si
fuera primavera. Y en la casa... las paredes desnudas. No habéis dejado ni un
mueble, ni una cortina, ni un triste vaso. En el suelo de mi cuarto, desechos
apilados, listos para tirar a la basura, estaban mi butaca preferida cubierta de
polvo, el cojín rojo para mi espalda y una caja de cartón, de esas de embalar
electrodomésticos. Dentro de la caja, todos mis recuerdos: los diarios, que escribía
desde mi adolescencia, las revistas ilustradas, los cuadernos con mis poemas,
mis lazos de colores, las conchas que recogía en la playa y que algunos me
ayudabais a escoger –tan atentos siempre a mis aficiones–, mis fotos juveniles,
mis discos de vinilo tirados de cualquier manera, rotos. ¿Para esto os pagué
los estudios? ¿Para esto os dejé mi casa en herencia? ¿Para esto? ¡Canallas!
Isabel Martín Salinas dixit
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