Desde la oscuridad se va
haciendo la luz, todavía escasa, sobre un cuadro opresivo, una fusión insólita
entre una nave abandonada y el dormitorio de una adolescente. Es la habitación
de SONIA. Una
proyección mental la mantiene todavía en el sórdido local donde la violaron. Su
escritorio, una silla y el hueco de su armario se mezclan con elementos de una
nave okupada. Se adivina en un lateral un «burro» con ropa
masculina colgada de cualquier forma en perchas de plástico. En el suelo, el
sucio jergón rodeado de restos de basura y miseria donde fue violada. Un foco cenital ilumina a la chica vestida
con un pijama, tumbada sobre el colchón en postura fetal. En la cara y en el
cuello tiene señales de golpes y magulladuras. Suena el goteo de una tubería. Silencio.
MADRE: (De pie). Llevas ahí todo el día. Sin comer nada…
SONIA: (Con
ira contenida). No me hables.
MADRE: (Va al hueco del armario y saca un
vestido y ropa interior). Ha venido
el abuelo. Hija…
SONIA:
No quiero ver a nadie. (Tapándose
los oídos). ¡No quiero
oírte!
MADRE: (Hace ademán de tocarla). ¡No puedes seguir así!
SONIA:
¡¡No te acerques!!
MADRE:
Sonia …
SONIA:
¡No me llames!
MADRES:
Hija, tú eres una niña extraordinaria.
SONIA:
(Gritando). ¿No ves lo que soy ahora? ¿No ves en lo que me han
convertido?
MADRE:
Tu eres la víctima de unos malnacidos…
SONIA:
(Interrumpe). ¿Cómo voy a quitarme esta suciedad que me cubre?
¿¡Cómo voy a limpiarme de todo lo que me han hecho!?
MADRE:
¡Te recuperarás, hija! ¡Ya verás!
SONIA: Yo ya no soy yo.
MADRE: ¡Sonia!
SONIA: ¿Sonia? ¡Ya no tengo nombre! Me lo han arrancado.
Ojalá pudiera vomitarme a mí misma.
Infamia (fragmento). En el volumen colectivo Cinco mujeres. Atopía editorial, 2021.