Rojo es el cáliz en el que bebemos
el belicoso abrazo
en escondido abrigo;
púrpura, la saliva mutuamente
degustada debajo de la lengua.
El barro somos de violento magma
arrancado del más ardiente fondo,
y vomitando lava entre los dientes
nos miramos desnudos
la pátina de hiel que nos reviste.
De Me remito a las sombras.