sábado, 28 de mayo de 2016

SOMBRA MÍA (6)

Fiel al oficio del tiempo, la casa ha envejecido lentamente: llueve y siento la lluvia rodar entre sus grietas, colándose por ellas, horadándolas, erosionando con persistencia de martillo las paredes. 

Lluvia que abre heridas nuevas en los muros, que levanta las losas y derriba los techos. 

Maderas astilladas contra el suelo: maderas, piedra, polvo. Los charcos de la lluvia se han hecho luego barro en los escombros, mientras el viento golpeaba una ventana hasta dejarla ronca de cristales.

4 comentarios:

  1. Cómo me gustan las casas abandonadas, siempre queda en ellas algo de quienes la habitaron. El poema define este
    hecho impecablemente. Un abrazo.

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    1. ¿A que sí, María José? Este relato va justamente de una casa abandonada hace mucho tiempo...

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  2. Permanecen las huellas, los latidos, más allá del tiempo...

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